enero 28, 2010

Find the true and inner me

Definitivamente me gustaba más Hewitt.
Jouissez!

Frohe geburtstag Apá!

La Maga.

enero 14, 2010

Bikers

Y se te hace un nudo en el estómago. Pienso que nos van a llevar puestos uno de los 300 colectivos que pasan por Juan B. Justo, o el Negro se va a llevar puesto los caballetes donde los policías te paran abajo de la Gral. Paz, o algún imbécil con toda la razón te lleva puesto de puro arrabalero que es. Pero no sucedió nada de esto. O casi nada. Sigo dudando en por qué te tuve fe, considerando que conozco muy bien tu torpeza. Y vos también, vos aún no creés que yo haya accedido a volver el tiempo atrás y disfrutar de un viaje en bicicleta. Y no sentadita en el asiento de atrás. Lo cual ahora me trae el recuerdo de haber vuelto con Jóse alguna noche luego de cerrar Funes, a las 3 o 4 de la mañana sentada en el asiento (ese que te raya el tujes), mientras hacía sonar el timbre.
En este caso, me remonté a mi adolescencia, al tiempo donde con todos los chicos salíamos a andar en bici, y yo en general iba en los pedalines de la Haro de Guille, o en el manubrio de la playera amarilla de mi hermano Hernán, con la patita de esqueleto. La skater (por amor a Jebús!) con todos los bikers.
Me asombró haber disfrutado más del viaje que el sufrir las supuestas embestidas de los diferentes vehículos. Y creo que el no haber podido ensayar más de cuatro canciones hoy (perdón Nero por eso), quizá por el humor de mierda que tenía se fue disolviendo desde el momento que volvió el NN (Yago)a jugar y a morderme y a hacer esos ruiditos extraños que emitía entrecerrando los ojos, a lo que luego se le sumó el super archi viaje en el manubrio de la playera.

Yago
(Yago jugando con mi short)
(Qué hago? Lo rapto?)
Y el sol pegaba de una manera fantástica, y si bien el aire no era de lo más impoluto, y los colectivos no ayudaban a hacer el viaje fluido (J.B. Justo a las 6 de la tarde), todo se sucedía de una manera pacífica para mi, no tanto para mis brazos y mis sentaderas. Tal vez los gritos avisando que venía un bache, o un semáforo en rojo, o un charco de agua fueron de los mejores momentos. Me sentía una co-piloto en el Paris-Dakar (me fui al carajo con la comparación) y un aluvión de energía salía de mi en forma de pequeños alaridos (como los del recital de Placebo), lo cual significaba que todo lo antedicho venía junto (bache, semáforo y charco). Temiendo por mi vida y también por mi torpeza, ya que varias veces metí una pierna en los rayos, me transporté a una época de mi vida en que esos momentos me producían muchísima felicidad, aún rodeada de tanta pero tanta tristeza. Y uno se pone a pensar qué es la felicidad. Qué es la felicidad? Y aseguro que no para todos es lo mismo. Yo sé que soy inmensamente feliz con muy poco (y decir la frase de Groucho sería muy pedorro), sé qué me puede hacer feliz. Me recuerda a un verano en que me fui con todas mis amigas de vacaciones, y que le dije a una de ellas de ir a la playa cuando ya no hubiera tanta gente pero quedaran vestigios de sol. Compramos una Cindor y unos alfajores Havanna, y nos quedamos tiradas hablando incohorencias, riéndonos muchísimo y sin parar. Ese día le dije a mi amiga que creía que la felicidad costaba muy poco. No se precisa de tanto. Y suena trillado, y hasta medio pelotudo. Pero quizá se trate de eso.
Volviendo a la aventura ciclista o Petit Tour de France, y al sol y al viento, aún con el humor que tenía, hinchada las pelotas de tanta imbecilidad circundante, ese paseo me hizo reír. Me sentí otra vez un pibito de quince años, sólo que esta vez no tenía una remera XXXXL, ni pantalones caídos (más bien todo lo contrario). Sentí la tranquilidad de saberme capaz de difrutar de algo tan simple como un viaje en bici, de saberme menos compleja de lo que a veces me siento. Y de empezar a entender, que la sabiduría pasa por otros vectores, quizá no por los que yo creía tan a rajatabla.
La felicidad es eso, es un paseo en bici con amigos que pueden llegar a matarte en el viaje (perdón Nero, pero sabemos que es verdad), pero aún así nos subimos a la playera y disfrutamos del sol y el viento en la cara mientras sorteamos baches.

Ahí abajo comentó el ciclista schizo..
La Maga

enero 13, 2010

Sat Nam

Intenta ser algo que no es?
Lo fue alguna vez, quizá, en un pasado remoto y no tanto. Por qué forzarla? De eso que solía haber, no quiere más. Esas teorías de las cuales la alimentaron ( y se alimentó, pongamos de una vez por todas la responsabilidad del sujeto en la mesa) comenzaron a intoxicarla. El rompecabezas ya no tiene sentido. Ese rompecabezas está en un idioma que conoce de memoria, vocablo por vocablo ad infinitum. Convengamos que sería una excelente exégeta.
Miró el rompecabezas una vez más y lo prendió fuego. Hizo una fogata insultando a viva voz, poseída, avivando el fuego con su último cigarrillo. Respiró profundo, lloró desde lo más íntimo, desde otro lugar que la excedía por completo. Tiró papeles leyéndolos por última vez. Ya no se dejaría envolver, dormida en la tela de araña que ayudó a construir. Claro que sí, ella había ayudado. Saquémosle todo tinte victimista, es odioso, y sé que ella no querría eso.
Y aunque la veo desconcertada, salida de si misma, violentamente arrojando pedazos enteros de su vida, semanas enteras y meses en ese fogón, la veo más ella que nunca. Creo que fue la primera vez que la vi, muy por detrás de los muros que la protegen cotidianamente. Aún furiosa, la vi iluminada, la vi irradiando una tranquilidad perturbante; diría hasta envidiable.
Estaba sentada, sintiendo el fuego que tantas otras veces la quemó, ese fuego que la marcó decena de veces. Respiró el magma de la tierra que iba derritiendo todo alrededor. Se alimentó por última vez, está vez aquello que la había intoxicado la purificó. Ese fuego le pertenecía por última vez, ya no habría otro igual. Esa basura se consumía, se deshilachaba a cada segundo.
Baddha Konasana. Decidida a no ser más aquello que acababa de asesinar, emprendió el camino de regreso a su hogar. Se iba abriendo paso ante lo que la retenía. Respira profunda y lentamente. Respira extasiada, completa. Veo su mano derecha bajando hacia su rodilla.
Abre los ojos.
La Maga

enero 05, 2010

Fuga de ideas

Y yo estaba allí, pudo haber sido cualquiera pero no; yo estaba divisando el infinito. Recuerdo que en mi infancia tenía el deseo ferviente de volverme grandiosa en algo. Nunca lo conseguí, todavía conservo las acuarelas y mi primera caja de lápices Staedler que a los 6 años tenían un atractivo incomparable. Por qué el marrón es el que más pequeño quedó si mi color favorito es el negro? De cualquier manera, esos lápices los utilicé asiduamente tratando de convertirme en una excelente pintora. Soy pésima pintando algo que no sea la pared de alguna habitación. La cuestión es que existió un día, que mi memoria no ha etiquetado, en el que luego de pasar años escribiendo infructuosamente, componiendo poesías de un mal gusto importante; las palabras comenzaron a agolparse en mi cabeza. Solía pasarme horas tratando de rimar, que todo tenga un sentido y coherencia, lo cual resultaba en versos empalagosamente sentimentales, en desdichas de amor.. típico de adolescente melancólica. Siempre utilizaba la escritura como medio para controlar sádicamente la angustia que me invadía (qué frase, ojo.. "controlar sádicamente la angustia..." qué chorrada). Cual Marqués poseía ese trozo de papel y balbuceaba cursilerías, trompadas al aire sin otro destinatario que ese sentimiento de desamparo existencial.
Mágicamente, como venía diciendo, existió ese momento en el que ese esfuerzo por escribir, cesó. Desde aquel tiempo a esta parte, el mundo cobró otro matiz. Los objetos del mismo tenían algo escondido, algún misterio que dejaba entreverse ni bien cruzaba mi campo visual. Todo comenzaba a transformarse en mi cabeza, aún se transforma. Ahora experimento una fuga de palabras que no controlo. Las imágenes se suceden y se mezclan. Se mezcla la realidad con las palabras y esta a su vez con otras imágenes que voy inventando en un papel que aún no poseo entre mis manos.
Y pudiendo haber sido otra persona, era yo la que divisaba ese infinito. Y todo se llenaba de trazos de imágenes que incluía cuidadosamente. Como si aquello que se presentaba en mi campo escópico de por si no fuera perfecto, aunque lo era, definitivamente lo era; esa imagen debía incluir algo más. (Lacan seguro se reiría mucho si leyera esto) Este infinito estaba compuesto de la linea del horizonte desfigurada en su tranquilo hábitat. Las luces de la autopista clareaban un camino plagado de niebla. Yo no manejaba (o si?), yo disfrutaba de ese horizonte desdibujado y de esa niebla espesa que todo lo fundía. Disfrutaba de esa música en un idioma foráneo y no muy conocido, quizá si lo era para mi que lo vengo metabolizando hace años. No entiendo una palabra, pero ya en mi sistema está su cadencia, sus consonantes explosivas y traba lenguas. Acompañada de esa música me dejaba llevar. La música puede ocupar un todo, a veces así también el silencio. Pero una delicia auditiva (y sé que sonaré bastante snob) es sentir el placer de ciertos acordes que no podrían ser otros en determinado momento. La elección sonora perfecta para cierta sucesión de imágenes, para una sucesión de sentires. La perfección está dada por la simbiosis entre las imágenes y las notas musicales que saltan, rodean, salpican esas fotografías mutantes y movibles de manera tal que generan, reproducen de forma inextricable el instante completo.
Siento una mano recorrer mi pierna lenta pero de forma decidida. Era el horizonte de otra persona, una concatenación ajena que sólo coincidía en la música. Esa mano palpaba mi pierna calladamente, en un silencio humano que a esas horas era impagable. Necesario.
Mi mano acaricia el brazo de esa mano que acaricia mi pierna en un mutismo impoluto. Cierro los ojos, ya no preciso alimentarme de imágenes, de horizontes y niebla. Mis ojos permanecen cerrados en una suerte de éxtasis sensorial. Saboreo el momento, se va desmigajando en mi paulatinamente y ruego que no se borre. Antes de dar un paso hacia el abismo, ruego que esa autopista no posea una salida en miles de kilómetros.
La Maga