Y despierto en la noche soñándote a mi lado leyendo ciertos despistes y franquezas, con tu mano rozando mi pierna mientras la otra acaricia las páginas. Y me arrebata el pensamiento una imagen de otra persona que en espejo comparte en la realidad todo eso que yo estoy soñando. Y puede ser así, o no. Pero la mente a veces nos muestra diapositivas de un futuro en el que el espejo es la realidad, y una, sólo es sueño.
Y recurro a la respiración, a contar respiraciones, a imaginarme un cielo donde las nubes pasan y no se quedan, a buscar el pedacito despejado. A la vez, un segundo antes de acurrucarme en el sueño, te pienso y te enumero. Y todo es más dulce, quiero creer que ese día llega y no es lejano, que estarás ahí mostrándome que una es la realidad y no el sueño que teje, porque un segundo antes de despertarme escucho cómo te sentás en la cama, acariciás el ovillo Maga y comenzás mi día con un: "Buen día, Gurrumina" y un mate con miel, silvestre; claro está.
La Maga