Debería mostrar su otro yo? Ese que sale en la penumbra de una habitación, ese que se saca los anillos, los aros, el reloj, y por sobre todo, la armadura? Quizá si. No sabe la respuesta. Ya he dicho, creo que no sabe muchas cosas. Lo que sí sabe, es que prefiere que vean la punta del iceberg. El resplandor de la armadura, obsesivamente lustrada. Quizá así, cual tamiz, va midiendo quién es el que quiere clavarse la escafandra o los guantes de amianto. Quizá es, probablemente, por eso que nadie se enamoró de ella. Quizá nadie se enamoró porque es jodida como la hostia madre, o porque es fría como un iceberg. Yo sé que no. Pero esa es otra cuestión. A quién carajo le importa lo que yo piense. Acaso, importa si es un iceberg?
Tal vez, baje la marea, quizá entremos al mar por la parte más honda. Quizá se rompa el iceberg en mil pedazos, tal vez el calentamiento global lo termine derritiendo.
Tal vez, baje la marea, quizá entremos al mar por la parte más honda. Quizá se rompa el iceberg en mil pedazos, tal vez el calentamiento global lo termine derritiendo.
O, quién sabe, acaso aparezca un pingüino... o no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario