Y despierto en la noche soñándote a mi lado leyendo ciertos despistes y franquezas, con tu mano rozando mi pierna mientras la otra acaricia las páginas. Y me arrebata el pensamiento una imagen de otra persona que en espejo comparte en la realidad todo eso que yo estoy soñando. Y puede ser así, o no. Pero la mente a veces nos muestra diapositivas de un futuro en el que el espejo es la realidad, y una, sólo es sueño.
Y recurro a la respiración, a contar respiraciones, a imaginarme un cielo donde las nubes pasan y no se quedan, a buscar el pedacito despejado. A la vez, un segundo antes de acurrucarme en el sueño, te pienso y te enumero. Y todo es más dulce, quiero creer que ese día llega y no es lejano, que estarás ahí mostrándome que una es la realidad y no el sueño que teje, porque un segundo antes de despertarme escucho cómo te sentás en la cama, acariciás el ovillo Maga y comenzás mi día con un: "Buen día, Gurrumina" y un mate con miel, silvestre; claro está.
La Maga
4 comentarios:
Sos enorme.
Un abrazo.
Me gustó, Jorge Glocer
me gusta tu mundo...
Igual debo decirte que a veces no es bueno quemar de mas!
Te quiero loca and you know it!
Juli...
A veces ya no sé dónde escribir. Miro las hojas y no me encuentro. Entro a los blogs y ya no me identifico. No me violento. No me ilumino astrológicamente. No encuentro catársis en un lápiz. Creo que la lluvia me inspira, pero me enrosca; empiezo a girar en el lugar y me identifico con un tornado. Pero un tornado, no con capacidad de destrucción sino con su inminente fin, los últimos vientos emergentes desde él. A veces ya no sé dónde escribir. ¿Las notitas autoadhesivas de igoogle tienen límite? Creo que puedo llegar a provocar un desorden importante en cualquier sistema ordenado perfectamente sólo con el hecho retorcido de cuestionar algo que no se debería cuestionar. Pero siempre tengo que preguntar. Y ahí empieza la debacle. A veces ya no sé donde escribir.
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