Mágicamente, como venía diciendo, existió ese momento en el que ese esfuerzo por escribir, cesó. Desde aquel tiempo a esta parte, el mundo cobró otro matiz. Los objetos del mismo tenían algo escondido, algún misterio que dejaba entreverse ni bien cruzaba mi campo visual. Todo comenzaba a transformarse en mi cabeza, aún se transforma. Ahora experimento una fuga de palabras que no controlo. Las imágenes se suceden y se mezclan. Se mezcla la realidad con las palabras y esta a su vez con otras imágenes que voy inventando en un papel que aún no poseo entre mis manos.
Y pudiendo haber sido otra persona, era yo la que divisaba ese infinito. Y todo se llenaba de trazos de imágenes que incluía cuidadosamente. Como si aquello que se presentaba en mi campo escópico de por si no fuera perfecto, aunque lo era, definitivamente lo era; esa imagen debía incluir algo más. (Lacan seguro se reiría mucho si leyera esto) Este infinito estaba compuesto de la linea del horizonte desfigurada en su tranquilo hábitat. Las luces de la autopista clareaban un camino plagado de niebla. Yo no manejaba (o si?), yo disfrutaba de ese horizonte desdibujado y de esa niebla espesa que todo lo fundía. Disfrutaba de esa música en un idioma foráneo y no muy conocido, quizá si lo era para mi que lo vengo metabolizando hace años. No entiendo una palabra, pero ya en mi sistema está su cadencia, sus consonantes explosivas y traba lenguas. Acompañada de esa música me dejaba llevar. La música puede ocupar un todo, a veces así también el silencio. Pero una delicia auditiva (y sé que sonaré bastante snob) es sentir el placer de ciertos acordes que no podrían ser otros en determinado momento. La elección sonora perfecta para cierta sucesión de imágenes, para una sucesión de sentires. La perfección está dada por la simbiosis entre las imágenes y las notas musicales que saltan, rodean, salpican esas fotografías mutantes y movibles de manera tal que generan, reproducen de forma inextricable el instante completo.
Siento una mano recorrer mi pierna lenta pero de forma decidida. Era el horizonte de otra persona, una concatenación ajena que sólo coincidía en la música. Esa mano palpaba mi pierna calladamente, en un silencio humano que a esas horas era impagable. Necesario.
Mi mano acaricia el brazo de esa mano que acaricia mi pierna en un mutismo impoluto. Cierro los ojos, ya no preciso alimentarme de imágenes, de horizontes y niebla. Mis ojos permanecen cerrados en una suerte de éxtasis sensorial. Saboreo el momento, se va desmigajando en mi paulatinamente y ruego que no se borre. Antes de dar un paso hacia el abismo, ruego que esa autopista no posea una salida en miles de kilómetros.
La Maga
1 comentario:
Me gusta leer cosas con interpretación libre, o enunciados con una asociación mental poco frecuentada. Lo mejor es, en realidad, sumergirse en los relatos de anónimos, asi uno se mezcla en la coyuntura narrativa sin intentar asociar las características de la personalidad o hechos conocidos del escritor, dándole una nueva forma a un texto cuyo sentido puede cambiar, no?.Vale igual, esta letra me recuerda a la de la comisaría. Mañana es una gran incertidumbre laboral.
Publicar un comentario