Ya voy por la segunda película de este sábado gris que comenzó a las 7 de la mañana cuando un pajarito en la cabeza decía despacito "Vas-y Vas-y, p'tite lapin.. allons-y". 40 minutos después, al haber terminado mi rutina de yoga mi mente comenzó a conectarse con mi cuerpo. Preparar el desayuno, exprimir las naranjas escuchando en la radio qu'il fait froid y me voy a congelar camino a francés. Mientras se prepara el café, trato de borrar del rostro los vestigios del sueño escaso; agua helada.
Luego de volver a mis lóbregos cuarteles de invierno, termino de ver "New York, I love you" con la máscara de pestañas aún más corrida; las primeras gotas coloreadas cayeron con "2 days in Paris". Me dispongo a ver otra película más, aún no sé cual será, por ahora me entretengo viendo las gotas estampadas en el vidrio. Chocan desplazando otras más tempranas surcando el camino hacia el metal y recuerdo "Martine serre bien fort les lèvres, comme tout a l'heure, pour ne pas laisser échapper sa peur".
Desde la altura el mundo parece otro, la vida parece otra; pero sólo se presenta así por estar cubierto todo de lluvia. La vida siempre parece otra cuando llueve, más si torrencialmente se viene abajo. Recuerdo que con Ôshima pasábamos horas discutiendo sobre qué hacer mientras llovía y teníamos todo un domingo por delante; si la memoria no me falla uno de ellos nos atestamos de todo lo atestable, entre Shot y películas.
En varios escritos he puesto especial relieve sobre la lluvia, y en ninguno de ellos hasta el momento he nombrado el poema que me abrió la puerta al brillante literato argentino, Sir Girondo. Ahora, con toda esta lluvia afuera no sé qué hacer, si meterme con otra película, o sumergirme en el relato narcótico de "Kafka en la orilla".
Ya veré, mientras, le nez à la fenêtre.
La Maga
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