mayo 11, 2008

Enemigo íntimo...

Suelen sucedernos, de vez en cuando, situaciones que a uno lo dejan un tanto pasmado, otro tanto reflexivo y una pizca de introspectivo.
Sucedió uno de estos días dónde, en la hora pico, una línea de personas se junta para sacar el boleto en la estación. Como de costumbre cuando esto sucede, suelo tener a mano monedas para sacar el boleto en la máquina, proceso un poquitín más rápido a no ser por las regulares fallas de la máquina expendedora de boletos. Pero heme aquí, con las monedas, para sortear al inútil del señor que emite los boletos, inútil por su inoperancia y por su lentitud. Que en estos casos, el que conoce sobre procesos de transporte masivo, un mínimo error o mal movimiento puede hacer que pierdas ese bendito Miserere que todos adoramos a las ocho treinta de la mañana. Esta vez, el señor boletero estaba de paro, o se había quedado tomando un rico mate con bizcochitos, así que, a la mierda mi teoría, una cola del averno. A mi lado un señor que me dio la sensación de locura, pero no el loco que grita o habla incoherencias (para los demás), un tipo con La Nación en la mano, unas chapas amarillo gato, como si tuviera un bisoñé, y dientes que parecían profanados de la tumba de Maquiavelo. A su lado un pibe de esos que se ven mucho ahora, gorrita, piercing en la boca, pantalones anchos, y fumando. Lo cual me produjo unas grandes ganas de fumar. Siguiendo mis deseos, encendí un cigarrillo. Yo, semi-dormida, abstraída lo más posible, con mis auriculares puestos, escuchando una guitarrita que lo único que me inspiraba era paz. De repente escucho que dicen algo y caigo al mundo otra vez, lamentablemente. "Yo te cuido el lugar, y te vas a fumar más allá" decía la voz. Escuché que lo repetían detrás mío, y vaya a saber por qué hostias me hice cargo. La cuestión es que miro para atrás, y he aquí que el enviado del anticristo me estaba hablando a mi. Yo, que a esa hora estaba refunfuñando porque me faltaba terminar de leer "el pobre" de Simmel para Sociológicos, que mi excelentísimo profesor, suele dar diez mil puntas para asociar y yo ni iba a cazar un fútbol, yo, que estaba pensando en tantas cosas y en nada a la vez. El señor nuevamente con sus dientes maquiavélicos me dice que me aleje, que el cigarrillo le molestaba, y otras frases que mi memoria no supo, ni quiso, retener. Lo miré y me alejé lo más posible, no de la cola, pero si de él. Procuré alejar el cigarrillo y ver cómo soplaba el viento, para que al señor en cuestión no le moleste mi humo. Iba para adelante el viento, o sea, al señor no llegaba una gota de humo. Pero igual, a medida que avanzábamos, el señor se quedaba en el mismo lugar, supongo que en señal de protesta y tosiendo. Mientras la gente se bifurcaba para diseminarse en las distintas máquinas, yo me alejaba más del señor, por las dudas que mi presencia y mi cigarrillo le fueran a provocar un enfisema pulmonar. La puta última moneda resbaló de regreso, y yo tuve que buscar otra. Puteé hasta en sánscrito, corrí hasta el tren que ya estaba en la estación, y a un metro de distancia, las puertas se cerraron haciéndome un delicado, pero certero, corte de mangas. Me senté despatarrada, y empecé a leer a Weber. No sea cosa que quiera opinar en clase y mi querido profesor me calle la boca, como la última vez que me dejó la plusvalía picando, con ganas de mandarlo a la mismísima mierda (justo a mi? que JAMÁS hablo en clase...) y colorada como la dudosa sangre que corre por mis venas. Con la guitarrita aun sonando, veo que el hombre en cuestión (el macabro, no el macabro de mi profesor) pasa frente a mi varias veces, perecía que hablaba, pero no sé si me estaba hablando a mi. El momento culmine, llegó cuando la reencarnación de Hades se paró frente a mi. Lo miré, y me saqué un auricular para ver qué decía. Me preguntó si había terminado de fumar, a lo que respondí afirmativamente. Y luego me dijo que por poco no le fumaba encima, a lo que me limité a mirarlo, mientras pensaba que si "por poco no" le fumaba encima, es porque de hecho no lo había hecho, cuestiones de gramática que evité, ya que estaba esperando que sacara un cuchillo y se despachara felizmente con su desahogo. Pero no sucedió así , como esta entrada lo demuestra.
El señor seguía balbuceando, y yo seguía mirándolo sin pronunciar vocablo, ya que dadas las disposiciones espaciales y meteorológicas, el humo que le molestaba tanto provenía del muchacho que se encontraba detrás suyo. El viento, que iba para "adelante" o sea, hacia el este, no podía más que transportar el monóxido del cigarrillo de la persona detrás suyo, por razones de estricta y pulimentada lógica, viva Comté, carajo. El señor me preguntó cómo yo podía ser así, pregunta que luego de veintisiete años y trece de análisis ni yo he logrado responder, y quién me había educado. Por último afirmó que yo era una mal educada y que a mi me había educado... el enemigo. El señor se fue sin escuchar lo que respondí, que obviamente era, que acordaba plenamente.
La Maga

1 comentario:

Anónimo dijo...

"...Yo adivino el parpadeo de las luces q a lo lejos van marcando mi retorno..."... La maga hacia rato q no dejaba de olvidarme, y yo, por mi caprichosa mania de complicar las cosas, apareci... nada mas q para ocuparle un espacio infimo de memoria, quizas desplazando alguna otra cosa mas importante q debia recordar, como q fumar es perjudicial para la salud, o por lo menos eso es lo q dicen..Como anda usted? Uno hace tiempo q esta fuera de este ambito de relaciones efervescentes y fugaces... Vio q le decia yo de la vida de afuera, real o no... Me entere por arte de seguir husmenadole los pasos, sin malicia ni animos de otra indole q lleven a la catastrofe, del amor o o la muerte, q tenes una banda, o una banda te tiene a vos... o no se!.. Estuve escuchando algo, poco... igual era para mencionarlo nada mas, muy mal critico, o muy bueno, pero muy critico... Bueno, pasaba, lei algo. Y q puedo decir, soy muy mal critico, o muy bueno, pero muy critico... ja! no, mentira. Excelente niña.. siga escribiendo, q lo hace muy bien... yo admiro... aunque me prometa cuentos q jamas me manda.