marzo 09, 2009

Amuse Bouche...

Écoute et lis!

Es posible, aunque no parezca. Es posible o eso quiero creer. Mientras uno va delineando las palabras, tenemos un vasto mundo que parece alcanzable con sólo estirar la mano y tocarlo. Ahora que lo pienso, no sé si es tan posible. Pero aun así, quién no ha perseguido un imposible?
Es posible que una boca sea todo lo que existe. Cómo? Pas d'idée.
El macro: Un cuerpo masculino. Otro cerca, muy cerca, femenino. Ese tipo de cercanías que deja al más célibe, pegado a un rosario por varias semanas.
Pensemos en un plano secuencia. Dos cuerpos, Escribe tu propia historia, yo sólo marco la huella.
Plano secuencia con zoom in. Se van cortando los cuerpos, las piernas desaparecen en una cadencia que no permite extrañar la imagen, se siente que está de más. Los torsos inválidos de manos, se desdibujan en una suerte de piedra chocando contra el agua. Una mano reaparece, se posa en un cuello que pelea por mantenerse en escena. La mano vuela bajo, suave; como recorriendo el cuello de un gatito mojado.
Sólo nos van quedando dos perfiles. Ojos cerrados que espían de vez en cuando. Narices que luchan por un territorio virgen, se chocan torpe y naturalmente.
Dos bocas que juegan, que se enfrentan en una batalla por la supremacía, por el todo; la lucha por ese dominio dulce.
No se puede abarcar en un plano el pensamiento, a menos que utilicemos el recurso de la voz en off. Pero no aporta nada a la historia. Las palabras no llegan, las palabras borrarían la imagen. Es un pensamiento vacío. O casi. Inabarcable. Inabarcable explicación: Inexplicable. Está sin estar. Es tan una palabra plena que se fuga de significado de tan solo ser.
Esa otra boca que está allí es lo único que existe. El mundo está desierto. A lo lejos se puede escuchar algún sonido, el aire de la noche, o del día, según le plazca al que inventa la historia. El mundo está desierto, y lo único que Es, es esa boca. Quizá lejos, y diametralmente opuesta, la otra. La que piensa sin pensar, la que mira absorta esa boca que se convirtió en un zahir. Ya no hay alarmas, no hay un sonido que corte esa fijación perturbadora. No hay horarios, no hay guerras, ni las hubo. No hay ya Historia. No hay informes meteorológicos anunciando los 35º y su concomitante sudor. No existe el suave ronroneo de las aspas del ventilador. Sólo hay, en la lontananza, la tibieza de algo que pertenece a esa boca, al más allá de esa boca. Algo que todavía la hace pulsar, la hace existir en todo su esplendor. Permanece y quizá ya no. Pero eso no importa. Por ahora no. En este plano, solo existe una boca entreabierta que es besada, que es recorrida paulatinamente, que es mirada por unos ojos que están por fuera pero que son la fuente misma del relato. Lo es así también ese pensamiento latente, que teje la historia en una inconsciencia típica de un cuerpo librado al goce. Pero en ese pensamiento hay un “no a lugar” que se repite constantemente, como la respiración entrecortada de esa boca húmeda. Esa boca ahora lo es todo, es el Zahir por antonomasia. Es la nada, si nada de nada es todo. Pero ya no existe alrededor, sólo este pensamiento prófugo, y esos labios que parecen regenerarse a cada instante.
Es muy probable que la historia del universo esté resumida en ese zahir, algo tan vasto, algo tan incógnito, en algo tan pequeño a comparación. Olas de pensamiento que se topan con una muralla. Torpeza propia del momento, que no hace más que mejorarlo. Aquí sólo hay gracia y el elogio de la dilación.
Es posible, sí, o eso creo. Esa boca, tan perfectamente imperfecta. Esa boca que se funde con el río pequeño de aguas arenosas. Esa boca que bebió del río eterno, por relatarlo con solemnidad impoluta y que precede toda historia. Que en un ciclo sempiterno se restituye y emerge otra vez implacable. Precede toda historia y la escribe, la hace a su vez. Quizá no sea la vasta historia del Universo, ni un poco más pequeña aún la de El Inmortal. Quizá escriba una historia diminuta, ignota en la majestuosidad de esa otra Historia. Un relato que alguien escribió pensando en imágenes que no podía dejar de ver, no podía dejar de sentir. El relato de un pensamiento que se escapa a la significación, porque no puede ser dicho. Esa boca aún sin beber del río de los inmortales, se volvió tal. No quedan palabras, porque no las hay; pero este plano secuencia se conforma con las imágenes de un recuerdo.
La Maga

1 comentario:

Unknown dijo...

Me gustó. Me encantó. Me fascinó. Quizás no pronuncié las palabras exactas en su momento, pero sólo se debe a una oscuridad que irradio... Quizás es porque veo a los relatos más nebulosos de lo que son, pero no pude evitar sentir algo frío al leerlo. Reconozco que estoy invadido por el contexto y es probable que no esté habilitado para ver alguna calidez o emoción en la descripción de este encuentro carnal, pero no deja de gustarme tu escritura. Aún asi, me recuerda mucho a tu boca... en silencio obviamente. Sin alaridos y con mucha gestualización. Demasiada. Te había dicho que no era necesario que abras tanto la boca; se entiende igual que estás cantando...