Todavía estoy descifrando si fue un sueño. Es muy probable. Últimamente, de todos los problemas, los sufridos para dormir, preocupan el resto del día.
Tendida, con un boxer, y piel desnuda, las luces debidamente encendidas, o apagadas. Las luces de la noche dan matices en las paredes, en los cuerpos (vaya a saber por qué razón tipeando escribí muertes, en vez de cuerpos) que dejan una sensación de canvas a medio comenzar. Su mentón en un hombro masculino. Todo estaba perfectamente delimitado, las líneas, los contornos. Su perfil romano, su boca entreabierta. Conocía muy bien lo que sentía por debajo de la sábana. Siguió mirando ese perfil harto conocido, que tantas veces la había hecho llorar, tanto de emoción como de hara-kiri. Ya no. Todo parecía tan anacrónico, tan distante, tan de otra vida. Aunque allí, ella ahí. Ella seria y desnuda, seriamente desnuda. Pero lejana.
Su mano recorría el pecho aniñado, de niño hombre, de alguien que está tan preocupado por ser adulto que se olvidó de jugar un ratito todos los días a las canicas. Su risa tenía todavía algo de niño travieso, su manera de acurrucarse, como estando entre sábanas de He-Man. Su aun infantil manera de tocarla, de recorrerla, de desviar sus ojos cuando ella se sentía mirada y clavaba sus ojos pardos en los de él. Bajó por la línea del tórax despacio. Podría describirla perfectamente. Un lunar acá, otro más allá, el otro allí formando una constelación. Un hueco divertido se formaba a la altura de las costillas. Cuello de gatito mojado, dormido, mientras recorría su mentón.
Su barba incipiente de fin de jornada, tan desaliñada, tan idiosincrática. Él le tomo la mano, presionándola contra su estómago. La medianoche silenciaba la calle. Algún perro ladraba. Alguna lata rodaba. Los semáforos deberían estar titilando. Cuánto tiempo había pasado? Probablemente más de lo que podría cuantificar. Estaba allí? Importaba realmente si estaba o no? Si era un sueño o era la realidad? Recorría su perfil como se recorre... nada en realidad, un nudo se le hacía en la garganta. Sentía otra vez que el corazón cumplía su deber forzosamente. Sentía que se le salía por la boca. Eso no es amor, eso es taquicardia querida, tu réfléchis un peu, aprende a diferenciar. No hacía falta. Sabía muy bien lo que le pasaba. Sabía muy bien qué era eso que estaba sucediendo bajo las sábanas. Sabía muy bien qué significaba. Esos movimientos tan violentos y entrecortados. Esas patadas que los desenredaba. Significaban que él ya estaba profundamente dormido, y que ella seguía mirando las sombras que cambiaban de posición según cómo entraba la luz en la habitación. En la habitación o en el sueño, váyase a saber.
La Maga
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