Habrá sido la última vez? Sé que te llamé, pero no estabas. Más tarde te crucé, venías de trabajar, si mal no recuerdo. Yo traía una cantidad incalculable de papeles y libros en la mano y te ofreciste a ayudarme, mi autosuficiencia te dijo de manera cortante "No, gracias, vengo con el envión". Nunca aprendí a dejarme ayudar, no por orgullo, vengo fallada de fábrica. Recuerdo que esa fue mi respuesta a varias de tus críticas. Ya no importaba. Horas, años de análisis. Si, vine fallada, no hay otra vuelta de tuerca, lamentablemente James.
De alguna manera terminamos pidiendo Chow Mien mientras imitabas graciosamente a la señora que tantas veces nos vio buscar la comida. Todavía tenía las marcas de los libros en los brazos, y las acentuaste más en una pelea de chop sticks que terminó con un mal cálculo y por error te metí un cross de derecha en la mandíbula y te partí el labio.Te enojaste. Lo gracioso era que yo no tenía intención de partirte la boca, tu mano se interpuso en un golpe que iba dirigido a tu hombro. No podía parar de reírme de mi torpeza. Mientras te curaba el labio con esas cremas que suelo tener en el bolso, terminamos de ver una película pésima que alguna vez se te ocurrió alquilar. Ya nunca haremos nada por primera vez. Y está muy bien que así sea. Empeoré la lastimadura con ese ir y venir de labios torpes y apurados. Nos dormimos tarde, demasiado tarde por lo temprano que debíamos levantarnos. Nos despertó tu novio, lo atendiste. Volvió a llamar después de remolonear un rato. "Atendé vos" me dijiste. "Hola", dije con el tono de la primera frase emitida por la mañana, una voz entusiasmada me contestó al otro lado "Qué lindo es despertarse con tu voz de dormida", "Me imagino" contesté dormida e irónicamente. "No, la verdad que no te imaginás" me dijo tu novio. Te pasé el teléfono y empecé a ponerme la pollera y la remera con lentitud de sueño. Me preguntaste si me quería quedar durmiendo, que me dejabas la llave, preferí no generar más conflictos de pareja, "vuelvo a casa". Prendí la cafetera y te ayudé a preparar el bolso, "Llevas abrigo?, tomá, no te olvides el perfume, por qué no te llevas ese pantalón para salir que te queda tan bien?", mientras tomabas el café que te había servido dijiste que tenías la sensación de olvidarte algo. Repasemos: Llaves del auto, documentos, llaves del departamento, las llaves de allá, cepillo de dientes, billetera, música, algo más? Buscaste las últimas cosas, y encontraste un CD y me lo mostraste, "Sueños de un hombre despierto". Te recomendé una canción, mientras cerraba la puerta. "Vení, salí por el estacionamiento". Subimos al auto, y en esos giros extraños, comenzó a escucharse por la mitad 'Vértigo'. Me sonreí. "Estás tan bonita, te invito a un café, la tarde es nuestra, desnúdame." te canté mientras te miraba lejos. Me acercaste y me diste un beso. Ya estábamos en la calle. Te ibas con él a la costa. Llegamos a la puerta del departamento, no había un alma en la calle. Miraste alrededor cómo alejando cómplices y me diste un beso profundo mientras a lo lejos, o bien cerca, Ismael cantaba "Pero basta de lamentos, brindemos ¡Salud! es el momento, que estamos todos o no falta casi nadie..."
La Maga.
* Mafalda dixit.
No hay comentarios:
Publicar un comentario