febrero 11, 2008

Fantasmas en plena madrugada...

Una tras otra, viejas canciones, antiguos versos. Había llegado hacía poco de Filomena, poca gente. Casi nadie en comparación con el día anterior. Hacía mucho que no trabajaba dieciseis horas seguidas. En la cabeza tenía aire... o gofio, vaya uno a saber. No entendía nada, la manía de los días pasados con sus catorce horas de trabajo se había esfumado. Uno de esos días, en el viaje de trabajo a trabajo, me llamó la blonda. Una sensación de ternura infinita me invadió cuando me dijo así, al pasar "Te podré ver en algún momento? Te podrás hacer un lugar en la agenda? Digo, para vernos" Desde que se fue de vacaciones que no la veo, hace una semana que volvió y solo nos separan escasas ocho cuadras.
Hace años que no sentía este vértigo laboral. Esta semana va a ser peor. Comenzando nuevamente qué dia? Si... San Valentín(o). Van a ser cuatro días maratónicos. De casa al trabajo, del trabajo a Filo, y de Filo sin escalas al futón. Podría no hacerlo, podría tranquilamente decir que no voy más, que con mi trabajo ya tengo bastante. Pero no lo hago, sigo cubriendo las vacaciones de los demás. Primero porque dí mi palabra, ya desde fines del año pasado me comprometí con los chicos. Y segundo, porque no hay nada mejor para taponar la angustia... que volverse un workaholic. Qué mecanismos de defensa los míos...
La Maga.

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