febrero 13, 2008

Tenemos proyectos que se marchitaron...

Hoy era el día. En unas horas iba a tomar un avión con rumbo a París. Cómo son las cosas, no? Proyectos que uno tiene que en un abrir y cerrar de ojos cambian de un plumazo. Hace un año atrás jamás hubiera dicho que para esta fecha tendría pensado volar a la ciudad que abrigó por tanto tiempo a Julio. Mi Julio, y el de tantos otros. Algo pasó, muchísima gente me ha dicho que si me iba no volvía más. Que tal vez, de alguna manera yo pertenecía a ese lugar más que a este. En algún momento he llegado a pensar lo mismo. El año que pasó ha sido ajetreado, desde todos los flancos por los cuales la vida se puede analizar. He llegado a pensar que mi vida no estaba aquí, sino siempre en otra parte. Que no pertenecía a esta ciudad, que la ciudad y su gente no me pertenecía, o que yo no podía pertenecer a ninguna ciudad. He pasado por varios estados, varios extremos que no siempre son opuestos o complementarios, varios insomnios, varios ensueños. Quizá, en mi afán de búsqueda, esta búsqueda propia de vaya a saber qué cosa, si identidad, si fin o medio, si motivo o camino a seguir, si la razón de la existencia misma o la misión para cada uno. Pura mierda. Existencialismo. Psicologismo. En esta excursión a la muerte que es la vida (puedo imaginar que allá lejos quizá creas en mi credo antes de dormirte o te cruces conmigo en los pasillos del sueño, no, Santomé?) a veces uno encuentra ciertas respuestas que lo reconcilian con el mundo. O por lo menos con el propio. 13 de Febrero. Hace doce años atrás por esta fecha, más o menos, le pedía a mi papá que no se muriera, escribiéndoselo con la mano en la manta que lo cubría en el hospital. Le pedía que no me abandonase, que no me dejase sola. Porque de alguna extraña manera, él fue el que me enseñó a hablar este idioma que tanto me cuesta descifrar, en el cual tanto me cuesta hacerme entender. Febrero, qué mes de mierda para desaparecer. Qué mes crítico. Hay pocas cosas que me puedo responder ahora. Sigo en la lucha por encontrarle sentido al todo, al ser, a la nada, a la muerte. Al Fin. Si me inventé una identidad, fue porque no encontré un lugar donde aquella pequeña Mariana cupiera. Si me inventé a mi misma, o si tomé una identidad prestada como la de La Maga, fue porque a veces uno nace en círculos donde no se puede Ser. Diría alguien a quien adoro, no soy buena explicando mis explicaciones, creo que esta es la única manera que tengo. Solo sé que siendo La Maga, soy más yo que la Mariana que fui alguna vez. En "Las intermitencias de la muerte" Saramago dice que la metamorfosis se trata de algo que ha nacido de la muerte de otra cosa. Tal vez La Maga ha nacido de la muerte de Mariana tal y como era, allá a lo lejos, por el año ochenta y algo. No sé que será de ahora en adelante. Quizá algún día me vaya y me quede en algún recóndito lugar donde Horacio y el Club pasaban sus horas. Pero aquí la diferencia. No creo que al irme, me encuentre.

No hay comentarios: